divendres, 5 de novembre del 2010

Historias reales

San Fernando (Chile), 23. — La más fantástica aventura

vivida por seres humanos en los últimos años terminó cuando

dos helicópteros de la Fuerza Aérea de Chile depositaban,

sanos y salvos, a los ocho muchachos que aún permanecían

junto a los restos del avión.

Efectivamente, a las diez y media de la mañana de hoy

se puso término a una odisea que ha reflejado la capacidad

del ser humano para soportar las más adversas condiciones.

Una odisea que para muchos ha constituido un auténtico

milagro.

Los dieciséis supervivientes debieron soportar condiciones

climáticas adversas, a más de cuatro mil metros de

altura en medio de la nieve helada, con temperaturas inferiores

a cero grados, «azotados por frecuentes temporales.

Su único refugio fue la parte centra] del fuselaje del avión

«C-47» de la Fuerza Aérea uruguaya, que presentaba numerosos

destrozos. La cola y el morro del aparato se desprendieron

y quedaron prácticamente desintegrados.

Estos auténticos héroes, únicos supervivientes de un

total de 45 pasajeros, soportaron horas de intenso dolor.

Fernando Parrada, uno de los supervivientes, describió así

su dramática experiencia (en el accidente falleció su madre

Eugenia Dugoy y su hermana Susana, de 21 años): «Es

algo que no quisiera recordar. Ellas no fallecieron de inmediato,

sino días después, a consecuencia de sus heridas,

especialmente fracturas y contusiones múltiples. Roberto

Canessa, que estudia Medicina, las atendió hasta donde

pudo. Con hielo, les aplicaba compresas para evitar infecciones

y lograr sanar sus heridas».

«Fue lo más horrible que me tocó presenciar. Ambas

fallecieron», dijo con voz entrecortada. «Ellas, Junto a otras

treinta y tres personas, fueron enterradas en la nieve. Yo

creí que era el final, sin embargo pude sobreponerme y subelstir,

la fe en Dios me fue de gran ayuda, ya que me

hizo tener siempre esperanza.»

«Uno de nuestros compañeros, Ingeniero, pudo reparar

un aparato de radio. Lo primero que escuchamos fue que

se suspendía la búsqueda del avión. Eso ocurrió al octavo

día de haberse producido el accidente, muchos lloraron

amargamente.»

Pasaron dos meses y el 10 de diciembre, después de

sostener una reunión todos los supervivientes, acordaron

que Fernando Parrada y Roberto Canessa Iniciaran una caminata

para ver si podían encontrar ayuda.

«Sin mayor ayuda que una brújula, comenzamos la difícil

misión», dijo Canessa. «Si no volvemos por ustedes

quiere decir que la muerte nos sorprendió en el camino.

Estas fueron nuestras últimas palabras con nuestros compañeros

», añadió.

El 20 de diciembre por la noche, diez días después de

haber salido (soportaron fríos intensos por la noche y gran

calor durante el día, cuentan ambos) avistaron a un hombre

montado a caballo. Era el arriero Sergio Catalán'Martínez.

Entre ambos estaba el río Claro. Se hicieron señas,

hablaron a gritos y el arriero les dijo que volvería a la

mañana siguiente. Hoy, tres días después, la aventura terminó

felizmente.

Los habitantes de la zona aún no se explican cómo

estos dos muchachos pudieron llegar hasta las cercanías

del río sin extraviarse o despeñarse. Debieron pasar por

senderos de muía, situados sobre profundos despeñaderos.

Ahora, a los supervivientes y a sus familiares, les esperan

unas felices fiestas navideñas, aunque muchos de ellos

sufren la pérdida de seres próximos. Seguramente, el día

de Navidad lo pasarán en la Embajada de Uruguay en Chile.

Circunstancias favorables

Un experto argentino explicó las posibles circunstancias

que pudieron Influir para que dieciséis personas subsistieran

en tan precarias circunstancias.

Refiriéndose al increíble episodio, el ex jefe militar de

la tercera expedición argentina al Everest, teniente coronel

Héctor Cativa Tolosa, declaró hoy que «los elementos básicos

que pueden haber concurrido, para que el grupo de

supervivientes haya podido afrontar la situación en un medio

tan inhóspito, serían las siguientes:

1) Que en el avión

hubieran quedado alimentos suficientes después del accidente.

2) Que los supervivientes hayan utilizado los restos

del avión como refugio.

3) Que los tanques de combustible

de la aeronave hubieran quedado Intactos, y que, en consecuencia,

el grupo de accidentados haya empleado el fluido

para calefacción y cocinar los alimentos.

4) Que hayan contado

con suficientes ropas de abrigo.

5) Que los supervivientes

hayan estado provistos de anteojos oftálmicos.

6)Que no hayan hecho ningún tipo de esfuerzo, para evitar

quemar calorías y aprovechar al máximo los alimentos, en

la espera da recibir ayuda.

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