San Fernando (Chile), 23. — La más fantástica aventura
vivida por seres humanos en los últimos años terminó cuando
dos helicópteros de
sanos y salvos, a los ocho muchachos que aún permanecían
junto a los restos del avión.
Efectivamente, a las diez y media de la mañana de hoy
se puso término a una odisea que ha reflejado la capacidad
del ser humano para soportar las más adversas condiciones.
Una odisea que para muchos ha constituido un auténtico
milagro.
Los dieciséis supervivientes debieron soportar condiciones
climáticas adversas, a más de cuatro mil metros de
altura en medio de la nieve helada, con temperaturas inferiores
a cero grados, «azotados por frecuentes temporales.
Su único refugio fue la parte centra] del fuselaje del avión
«C-47» de
destrozos. La cola y el morro del aparato se desprendieron
y quedaron prácticamente desintegrados.
Estos auténticos héroes, únicos supervivientes de un
total de 45 pasajeros, soportaron horas de intenso dolor.
Fernando Parrada, uno de los supervivientes, describió así
su dramática experiencia (en el accidente falleció su madre
Eugenia Dugoy y su hermana Susana, de 21 años): «Es
algo que no quisiera recordar. Ellas no fallecieron de inmediato,
sino días después, a consecuencia de sus heridas,
especialmente fracturas y contusiones múltiples. Roberto
Canessa, que estudia Medicina, las atendió hasta donde
pudo. Con hielo, les aplicaba compresas para evitar infecciones
y lograr sanar sus heridas».
«Fue lo más horrible que me tocó presenciar. Ambas
fallecieron», dijo con voz entrecortada. «Ellas, Junto a otras
treinta y tres personas, fueron enterradas en la nieve. Yo
creí que era el final, sin embargo pude sobreponerme y subelstir,
la fe en Dios me fue de gran ayuda, ya que me
hizo tener siempre esperanza.»
«Uno de nuestros compañeros, Ingeniero, pudo reparar
un aparato de radio. Lo primero que escuchamos fue que
se suspendía la búsqueda del avión. Eso ocurrió al octavo
día de haberse producido el accidente, muchos lloraron
amargamente.»
Pasaron dos meses y el 10 de diciembre, después de
sostener una reunión todos los supervivientes, acordaron
que Fernando Parrada y Roberto Canessa Iniciaran una caminata
para ver si podían encontrar ayuda.
«Sin mayor ayuda que una brújula, comenzamos la difícil
misión», dijo Canessa. «Si no volvemos por ustedes
quiere decir que la muerte nos sorprendió en el camino.
Estas fueron nuestras últimas palabras con nuestros compañeros
», añadió.
El 20 de diciembre por la noche, diez días después de
haber salido (soportaron fríos intensos por la noche y gran
calor durante el día, cuentan ambos) avistaron a un hombre
montado a caballo. Era el arriero Sergio Catalán'Martínez.
Entre ambos estaba el río Claro. Se hicieron señas,
hablaron a gritos y el arriero les dijo que volvería a la
mañana siguiente. Hoy, tres días después, la aventura terminó
felizmente.
Los habitantes de la zona aún no se explican cómo
estos dos muchachos pudieron llegar hasta las cercanías
del río sin extraviarse o despeñarse. Debieron pasar por
senderos de muía, situados sobre profundos despeñaderos.
Ahora, a los supervivientes y a sus familiares, les esperan
unas felices fiestas navideñas, aunque muchos de ellos
sufren la pérdida de seres próximos. Seguramente, el día
de Navidad lo pasarán en
Circunstancias favorables
Un experto argentino explicó las posibles circunstancias
que pudieron Influir para que dieciséis personas subsistieran
en tan precarias circunstancias.
Refiriéndose al increíble episodio, el ex jefe militar de
la tercera expedición argentina al Everest, teniente coronel
Héctor Cativa Tolosa, declaró hoy que «los elementos básicos
que pueden haber concurrido, para que el grupo de
supervivientes haya podido afrontar la situación en un medio
tan inhóspito, serían las siguientes:
1) Que en el avión
hubieran quedado alimentos suficientes después del accidente.
2) Que los supervivientes hayan utilizado los restos
del avión como refugio.
3) Que los tanques de combustible
de la aeronave hubieran quedado Intactos, y que, en consecuencia,
el grupo de accidentados haya empleado el fluido
para calefacción y cocinar los alimentos.
4) Que hayan contado
con suficientes ropas de abrigo.
5) Que los supervivientes
hayan estado provistos de anteojos oftálmicos.
6)Que no hayan hecho ningún tipo de esfuerzo, para evitar
quemar calorías y aprovechar al máximo los alimentos, en
la espera da recibir ayuda.
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