dijous, 30 de desembre del 2010

El ansia de poder

Sentado en mi mesa me encotraba, eran ya las once de la noche y no había nadie más en la oficina solo yo. Tenía que terminar un trabajo o sino me despedian.
Por la mañana había llegado en la oficina como siempre a las ocho y media en punto, con un café en la mano, un maletín en la otra, mi corbata preferida, esa de color crema y un traje negro. Trabajaba de abojado en un bufet, pero como era el nuevo todos me trataban como un cachorillo, todas mis ideas eran rechazadas, pero cundo se tenía que presentar un trabajo la idea que se aceptaba era la mía pero decían que era de ellos. Cuando me senté en la mesa mi secretaria me dijo que el director, jefe, me esperaba. Fuí caminando lentamente hacía el despacho del fondo, el más grande, con unas vistas magníficas. Cuande llegué, el director me dijo que tenia hasta media noche para preparar una defensa muy importante que me dió en ese instante.
Así que allí estaba, tenía solo una hora para terminar y solo me faltaba entregar-lo. Cuando me acerqué a la puerta y entré. El director estaba satisfecho con mi trabajo, pero dijo que otro ya se lo había propuesto, era mi mejor amigo. Dos horas antes se lo había explicado todo porque confiaba en el pero me la había jugado. Le expliqué eso al director pero no me escuchó.
Me fuí a casa de mi amigo. Llamé al timbre, era un timbre blanco, normal y corriente, pero su música te balanceaba y hacía que todo mi mal humor desapareciése, pero cuando la gigatesca puerta de madera se abrió me volvió la rabia. Me lo había quitado todo y además ahora le nombravan sub director por los trabajos que había entregado, pero eran los míos. Me acerque a el lentamente y cuando quiso explicarse era demasiado tarde, ya le había dedao un puñetazo. Aprovo el curso gracias a mí y consiguió el trabajo porque yo se lo presenté al director y ahora me había quitado el poder. Empecé en aquel bufet porque quería ese puesto y ahora él me lo quitaba.

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