dimecres, 29 de desembre del 2010

El mártir y el tirano

Eran las nueve menos cinco de la noche y no había nadie ni en los bares ni en la plaza o clubs. Todo el mucdo estaba en su casa con las luces apagadas porque en breves momentos sonaría el pitido infernal, aquel al que encontrásen en la calle después de haber sonado en pitido lo ejecutarian de inmediato y pondrían su cuerpo en la plaza mayor para que todo el mundo lo viera y se asustara. Dos años antes, vivíamos en una democrácia en el que el poder estaba en la palabra del pueblo. Pero ya sabíamos todos que tarde o temprono ocurriria lo inimaginable. Así que hace un año y medio oímos un estruendo terrible, todos nos volvímos para mirar al cielo pero no había ninguna nube. El cielo era completamente azul, pero a lo lejos se divisaba un pájaro gigante acercandose a gran velocidad. Aterrizo en medio de la plaza y del él bajaron dos personas vestidas con trjes que parecian sumamente importantes. Bajaron también cinco hambres trajeados con uniforme de un ejercito y armados que hacían el mismo movimiento al mismo tiempo, parecian robots. Las dos personas que íban en cabeza tenían un bigote negro igual, parecian gemelos porque los dos tenían la misma cicatriz en la mejilla derecha, tenían la misma nariz puntiejuda y la misma boca tensa. Su peinado también era igual, con el lado más cercano a las orejas rapado. La única y camuflada diferencia era la mirada. El de la derecha tenía una mirada desafiante, amenacedora y llena de ira, pero al mismo tiempo era vacía y sin vida. En cambio el de la izquierda tení una mirada de làstima y la apartaba de nosotros, nos miraba con repugnancia y al mismo tiempo con cmoprensión. Este, en cuanto vió a un grupo de niños sucios y femolencos, le cayó una làgrima y recorrió su cicatriz.
Allí estábamos un año y medio después con un tirano y su hermano, con un toque de queda muy preciso y estricto. Pero no fué todo, luchamos durante mucho tiempo, luchamos por nuestra democrácia, por nuestro poder y por nuestros familiares muertos. Llegó un día en el que un chico consiguió subir en el ayuntamiento con los dos tiranos delante, los estába apunto de tirar pero abajo vió un chico pequeño que le decía que no, que no lo hiciera que sino se convertiria en lo mismo que ellos, en alguien terrible y monstruoso al que todos temerian. Y... en ese instante un camarada que había subido si haacer ruido y se encontraba detrás de él lo cogió y lo lanzó. Ese chico fué la gota que colmó el vaso, murió por defender nuestras creencias, ni si quiera el creía en la democrácia, pero perdió la vida por nosotros.

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