diumenge, 6 de febrer del 2011

Historias reales

Mis amigos y yo estábamos en la playa el día de Sto. Joan, como cada año nos vamos el día de la verbena a dormir a la playa con unas tiendas y al día siguiente nos vamos a comer todos juntos a un restaurante. Los padres suelen pescar, las madres charlar y nosotros ir a nadar, pescar, bucear o ir en una barca hinchables que tenemos. Este año la barca estaba pinchada así que no pudimos llevarnos-la. Al lado ahí una desembocadura que solemos travesear en barca pero esta vez al no tenerla la travesamos nadando. Habían cambiado la salida en lo cuál había más arena y pudimos travesear a pie. A la hora de volver pasamos por un sitio distinto y no entretuvimos en un lugar a hacer el tonto, de repente dos de mis amigos dejaron de tocar el suelo y mi hermano y yo seguíamos en tierra. Como era una desembocadura había mucha corriente y nos costaba andar pero nuestros amigos no podían y la corriente se los llevaba. Empecé a andar hacía dónde estaban para ayudarles pero cuando hice una pasa caí en un agujero y no toque el suelo y la corriente se me llevo a mi también. A mi hermano le paso lo mismo porque como es muy bajo tampoco llego. Comenzamos a nadar pero era una corriente muy fuerte. Estábamos muy cansados pero no nos alejábamos porque seguíamos el ritmo. Al cabo de cinco minutos que conté porque llevaba reloj mi hermano empezó a cansarse y a quejarse. Él tenía 10 años dos tres menos que yo. Como yo era su hermana tuve que cogerle y aguantarle para que no se ahogara y nadar para no separarnos de la costa. Mi amigo, Martí tuvo una idea, debía bajar a ver dónde estaba el suelo para ver si tocaríamos dentro de poco o no. Así que le pase a mi hermano y cómo el no podía bajar por una infección a las orejas y mi otro amigo, Eloi tampoco porque no aguantaba tanto cómo yo, que aguanto 1 minuto debajo del agua, tuve que ser yo. Cogí aire y me sumergí. No se veía mucho porque la corriente levantaba la arena, y aunque estábamos en el mar y el agua era salada tuve que abrir los ojos para ver el suelo. Empecé a bajar y por curiosidad puse el cronometro antes para saber el tiempo. Estaba cansado por lo tanto me costaba más aguantar. Iba bajando para buscar el suelo pero no lo encontraba y vi a lo lejos un pez muy grande. A mi los peces me dan grima pues de pequeña me encontré delante de un pez enorme, me asuste mucho y subí a la superficie había aguantado un minuto y más y mis amigos me estaban buscando, la corriente me había arrastrado hacia atrás y me encontraba a unos veinte metros de mis amigos. Empecé a nadar para alcanzarles pero me costaba mucho. Después de un considerado tiempo llegue. Estaba agotada pero tuve que seguir nadando y coger a mi hermano, les dije que el suelo estaba lejos y a Martí le dije lo del pez, era un pez araña, son unos peces venenosos. Solo se lo dije a él para no asustar a mi hermano. Miramos a la orilla y la vimos a unos 40 metros lejos. Estábamos apunto de llegar a la boya que indica que a partir de allí los barcos pueden pasar. Nos asustamos y empezamos a gritar y a pedir socorro. De repente tuve la idea de en lugar de luchar directamente contra la corriente luchar al lado de ella. Así que empezamos a nadar hacia un lado. Llegamos a la boya pero estábamos lejos de ella. Quiero decir que la boya estaba a la misma distancia que nosotros de lejos de la orilla pero la corriente ya no nos arrastraba. Nadamos y nos íbamos acercando cuando vino mi padre y nos llamo y nos empezó a regañar porque los habíamos asustado pero nosotros le dijimos que estábamos jugando. Cunado se fue me sumergí otra vez para ver dónde estaba el suelo pero no tuve tiempo porque me di un golpe en la cabeza con él, hacia bastante que podíamos haber caminado. Salí y cunado me lo preguntaron no les dije nada pero me puse de pie y lo vieron. La orilla se situaba a unos 10 metros de nuestro alcance, i vino un amigo nuestro Nel que no había venido con nosotros y le pedimos que nos ayudara porque aunque tocásemos nos encontrábamos exhaustos. Pero el nos dijo: “he visto un pez araña muy grande, jajaja”

Martí y yo nos pusimos a reír porque era el que había viso yo y porque no se había dedo cuenta de que estuvimos lejos y que le llamábamos para pedirle ayuda.

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