divendres, 3 de juny del 2011

SI ENTENDIÉRAMOS LA VIDA, NO HABRÍAMOS INVENTADO EL ARTE

Los rizos de esa hermosa mujer eran lo que llevaba viendo toda la mañana. Horas de cola interminables, y ahora por fin los perfectos rizos se alejaban y se adentraban en una habitación que seguidamente se cerraban con una puerta de roble macizo.

Durante toda la mañana me había entretenido a veces con el colgante y otras recordando. Recordando tiempos ahora lejanos pero que antaño fueron importantes. Aquellos recuerdos de tu y yo sentados en el banco de aquel parque. El parque con el pequeño estanque con patos y sus abuelos a los alrededores dándoles pan para comer. Y las madres corriendo detrás de sus hijos con el abrigo o la mochila. Las tardes que pasábamos tumbados mirando al cielo y viendo la puesta de sol. Vimos como los árboles, flores, pájaros, y todo, absolutamente todo incluso nosotros. Estuviste a mi lado durante tanto tiempo que no recuerdo un momento mío sin ti. En momentos malos te tenía allí como un rayo a una tormenta. Y en los buenos estabas allí como el sol sale cada día. Todo iba bien pero ese día me necesitabas y yo no estuve. Fue la primera vez que me pediste ayuda y yo fui un egoísta y me quedé en casa para dormir. Si me hubiera levantado de la cama y te hubiera ido a recoger... ese chico borracho y imprudente no te hubiese atropellado y nosotros podríamos seguir nuestras vidas, juntas y inseparables.

Ahora esperando entrar en una sala a la que no se que voy a encontrar, te echo en falta y no veo más que tu cuerpo angelical en una cama desvaneciéndose... la puerta se abre y no puedo ni levantarme, mis piernas no responden. Pero debo levantarme, tras la puerta se que encontraré algo diferente, que no me haga sentir culpable, que me libre del sufrimiento y de todo en cuanto conozco, mis recuerdos, mi familia y historias, las creencias y los estudios que tanto tiempo me costaron aprender. Lo último que recuerdo antes de entrar en este edificio es ver un frasco de vete a saber que pastillas. Me toca, es la hora de entrar... es hora de morir.

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